Sobre la pesca en Malpica de Tajo
Transcribo algunas anotaciones de don Fermín Caballero(1) sobre la pesca en Valdepusa.
Pesca: En los ríos adehesados, la propiedad de la pesca es del dueño de las riberas o de las tierras de uno y otro lado. De aquí es que el mayorazgo de Malpica, tiene derecho a la pesca de los ríos Tajo, Pusa y Cedena que están en su territorio. El Tajo baña el Estado desde el Torrejón a Cotanillos, pero como en toda esta longitud de más de dos leguas, no son las tierras de ambos lados de S. Exa., está limitado el derecho, a lo que se dice tabla del Castillo, que es la parte del Tajo entre el término de Malpica y la Isla y labranza de Corralejo.
En el Pusa se extiende el derecho de pesca, desde que entra en la Dehesa en Malpasillo, hasta su boca o embocadura en Tajo.
En el Cedena, solo se tiene derecho en su parte baja y embocadura, desde que entra en el Torrejón y Relucido hasta el Tajo.
La pesca del Pusa esta arrendada en 200 reales con el nombre de pesca del Rio y boca del Pusa.
La del Cedena y Tajo, están puestas en 162 reales con el título de Boca del Cedena y Tabla del Castillo en Tajo.
Es tan poco el producto de este derecho, que no equivale a los daños que causa, y diversiones que priva. Los pescadores para sacar los peces, cortan gruesos palos y ramas de los árboles; socavan con ellos en las orillas, y hacen solapas descarnando hasta la muralla del Castillo de Malpica, después tienen que cavar la ribera para buscar la pesca escondida en los hoyos que hicieron, con lo que destrozan los árboles y arbustos que sirven de margen al ímpetu de las aguas. Finalmente, apuran la pesca aún por medios vedados, echando la red barredera, cal, coca y otros venenos, sin que al acercarse los dueños de esta propiedad a ella, les quede el gusto de divertirse con la caña: ¿Y que diremos cuánto valía la pesca del Pusa, 90 reales?
Y más adelante, en el diccionario:
Boca del Cedena: La embocadura o confluencia de este río al Tajo, entre el quinto del Torrejón y la Tamuja baja. Se arrienda su pesca con la del Tajo, Fue llamada Tabla del Castillo. En el día renta 162 reales cortísima cantidad, que no compensa los daños que causan los pescadores en las dos riberas.
Boca del Pusa: Las entradas de este río en el Tajo entre Bernuy y Hornaguera Bajo. Su pesca se arrienda con las demás del Pusa, y hoy lo está en 200 reales. A principios del presente siglo, se hicieron en este sitio grandes pesquerías por el S.S.E.E.; se reunieron algunos barcos, que hicieron algunos juguetes y escaramuzas navales.
Charco de Bernui: En el Tajo, frente a la ermita de este nombre. En 1775 se contaba entre las pertenencias de la fábrica de esta ermita, con el nombre de Charcos de Morillos, y se arrendaba su pesca por el Mayordomo. En los años siguientes se cegó con las crecidas, y hoy no existe.
Tal vez pudiera parecer extraño, o al menos chocante, que, siendo Malpica un pueblo de ribera, no existiese una cuadrilla de pescadores profesionales y que el Marqués hubiese de arrendar los derechos de pesca a gentes forasteras, pero posiblemente haya que tener en cuenta las circunstancias socio-económicas de aquella época en la cual la mayoría de los escasos habitantes del pueblo eran sirvientes a cargo de otras tareas y faenas más inmediatas, imperiosas y productivas ya que la pesca solía ser una actividad a tiempo parcial muy relacionada y condicionada por las estaciones. De hecho, a partir de principios del siglo XIX, cuando los derechos de la pesca pasaron, en su afán centralizador, a depender del Estado, afloró esta actividad de manera que a finales del XIX y comienzos del XX, la pesca constituía una actividad bastante frecuente en Malpica.
Por una lado existían, según la, siempre parcial, memoria viva, al menos un par de cuadrillas de pescadores (cuyos componentes estaban general y fundamentalmente relacionados por lazos familiares, de parentesco o vecindad) de barca (que, según se cuenta, escondían hundida bajo las aguas del Tajo en períodos de inactividad) y red (trasmallos y/o esparaveles). La cuadrilla de Ranchero, los Vivillos, el tío Chiquinín, Lisardo, Ariquina, Longino, Cartucho, el Cabezón,… (citando los nombres o apodos por los que eran más conocidos y según me han llegado) y la otra, que creo más moderna, del tío Nino, Matute, Landelino, el tío Vence,… son de las que tengo incompleta constancia.
Por otra parte la mayoría de los hombres del pueblo (por citar algunos de los que me viene a la memoria, el tío Reyes, Emilio “Cagueto”, el tío Mellizo, …), ejercían libremente, con mayor o menor asiduidad y eficacia, la pesca por libre, con esparaveles, caña y, en menor medida, reteles o nasas.
El arqueólogo belviseño D. Fernando Jiménez de Gregorio indica que en la parada de molinos harineros de Corralejo (que se arrendaba en 2.100 rs), existía, en el siglo XVIII, un cañal de pesca pero nada sabemos de la existencia de otras pesquerías o judrías en las aguas de nuestros ríos y arroyos, los molinos harineros del Cedena (¿cinco?) o los otros cinco harineros y uno de papel de estraza del Pusa. Sí he oído comentar de un pozo de anguilas que había en la central hidroeléctrica de Cebolla en donde se almacenaban los anguílidos que quedaban atrapados en los filtros de entrada de agua a la central.
Las zonas de pesca del río Tajo más frecuentadas solían ser, desde la desembocadura del arroyo Cedena hasta la chorrera del Coto Escolar, desde esta hasta la tabla de la “Cueva de la Mampara” (por cierto no sé, o he olvidado, la función y el origen del nombre de esta cueva, por si alguien quiere aportar algún dato), de la chorrera de la isla de Corralejo, pasando por “el brazo la fuerza” y las tablas río abajo, hasta la chorrera del Peñón, a partir de este hasta la central hidroeléctrica de Cebolla pasando por la “lamea de Licomedes” (o Nicomedes que nunca me decido), de la isla de la central hasta las chorreras de Bernuy pasando por la desembocadura del Pusa y de estas a las chorreras del límite con Pueblanueva; las especies que se pescaban solían ser la carpa (hay quien asegura que medraba en nuestros ríos en época romana y quienes aseguran que fue traída de Italia a partir del siglo XVI), el barbo, las anguilas, tencas y bogas. También visitaban nuestro río peces diadromos, que subían río arriba desde la esembocadura del mar Atlántico para buscar lugares adecuados donde reproducirse o desarrollarse y completar así su ciclo biológico, la anguila (Anguilla anguilla), el sábalo (Alosa alosa), la saboga (Alosa fallax) y la lamprea de río (Lampetra fluviatilis). La construcción de la presa de Cedillo en 1976, terminó con la migración de estas especies al tramo español del Tajo(2) .
En los arroyos se pescaba principalmente con caña y esparavel pero también con trasmallos (ocasionalmente a mano y “entorviscando”) en la época de la subida del barbo y la boga y los cangrejos con nasa o haz de leña.
Aunque ambos tipos de pescadores, los profesionales y los particulares, desempeñaban la actividad para abastecer a la familia, sobre todo en periodos de carencia de carne o de ayuno (pues en estos pueblos del interior, frecuentemente el pescado era medianamente apreciado socialmente y considerado como un plato de segunda categoría frente a la carne) los pescadores de barca, y alguno particular, también comercializaban la pesca vendiendo a “cargueros”, hombres que portaban su compra en banastas a lomos de caballerías y que después vendían regladamente (los obligados y corredores), o por libre ilegalmente, en otros puntos de venta de la geografía castellana y/o de puerta en puerta (como el cebollano tío Pernales, que voceaba por las calles del pueblo “sardinas frescas y vivas”).
(1) TALAVERA ALMENDRO, Arsenio, El estado de Valdepusa y Malpica, ediciones Ende, 2016, sobre un manuscrito de CABALLERO Y MORGÁEZ, Fermín. Descripción Histórica, Cronológica, Estadística y Topográfica del Marquesado De Malpica, 1828. >>
(2) En la actualidad las especies endémicas citadas están en franca recesión por la incidencia negativa de las especies alóctonas exóticas (debido a fenómenos de competencia, depredación, hibridación o introducción de patógenos) que imprudente e irresponsablemente se han ido introduciendo en el cauce del río Tajo. Por citar a los que yo conozco: El Gobio (Gobio lozanoi) en el siglo XIX, el Lucio (Esox lucius) en 1949, el Pez gato negro (Ameiurus melas) alredor de la segunda década del siglo XX, el Pez sol o Percasol (Lepomis gibbosus) junto con el Pez Gato, la Perca americana (Micropterus salmoides) en 1955, el Siluro (Silurus glanis) y la Lucioperca (Sander lucioperca) en los años setenta del pasado siglo XX y el Alburno (Alburnus alburnus) en 1992. >>