Galería fotográfica de la presa de Malpica de Tajo y la casa de los motores del antiguo regadío de la margen derecha del Pusa en Bernuy y Malpica
La primera vez que visité la presa era un rapaz de nueve o diez años y fui de pesca con D. Alberto, a quien, por aquel entonces asistía en misa, a diario, como monaguillo, pero no recuerdo quién nos llevó, posiblemente el tío Sopas que cultivaba una parcela junto al río (Foto2 del secadero), en donde creo recordar que moriría electrocutado al tocar con un tubo de riego los cables del tendido eléctrico, y no hacía “malas migas” con el cura; el asunto es que D. Alberto tiró de anguares y sumergiéndose, en cueros, en las cuevas que el rozamiento del agua había socavado en la caída de la presa, a pescar a mano, en muchas ocasiones emergía con un pez de cada mano y otro en la boca. Posteriormente, de adolescente y ya de mozo, he pasado, como otras muchas personas, jornadas inolvidables, irrepetibles e inigualables de pesca con ova en la caída de la presa al barbo. La presa era un paraje que frecuentábamos, además de la corropla de amigos, bastantes personas de cualquier edad y condición, para pescar, pasar el día de merienda y/o darnos un baño. Con la puesta en funcionamiento de la central hidroeléctrica del lado de Cebolla, la presa se reformó, se elevó la altura de la parte frontal de carga para desviar todo el caudal del agua hacia las turbinas de la presa del otro lado, y aumentar así su rendimiento, y solo en las grandes crecidas el agua del río salta por encima de la presa, discurriendo, habitualmente, por un conjunto de cangilones que, con efecto de aliviadero, se construyeron, con lo que el efectivo método de pesca que practicábamos desapareció; se roturaron y araron las amelgas de tierra de los caminos que circunvalaban la isla y daban acceso a la presa y, como tantos otros parajes de asueto, cayó en olvido y el abandono, de manera que hoy para llegar hasta la presa, cuyos alrededores están semisalvajes, casi completamente cubierta de vegetación, hay que abrirse paso, como en la selva, a golpes. Aproveché la tarde haciendo alguna otra foto en las cercanías, de las que muestro la casa de los motores del antiguo regadío de la margen derecha del Pusa que atendía y mantenía Santiago Cruz y una panorámica de Cebolla vista desde el camino que antes proporcionaba acceso y ahora está cortado al llegar a la isla de la presa.