Pregón de Adelaida Sánchez-Cabezudo Sancho en la fiesta de la Nieves de Malpica de Tajo (2003)
Sr. Alcalde Presidente de la Corporación municipal, Sr. Delegado de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha.
Sr. Delegado de Bienestar Social, Sras y Sres Concejalas y Concejales de la Corporación municipal, Reinas y Damas de las fiestas, vecinas y vecinos de este nuestro pueblo, y a cuantos, desde distintos lugares, os habéis acercado hasta aquí para compartir con nosotros estas bonitas fiestas..¡muy buenas noches a todos!
Mis primeras palabras quiero que sean de agradecimiento, en nombre de mis hermanos y en el mío propio, de que se haya tenido presente la figura de nuestro padre y ha hecho posible que esté hoy aquí dando este pregón.
El estar esta noche aquí, haciendo el pregón de estas fiestas, no es por méritos propios pues solo soy una malpiqueña que quiero a Malpica y que no he hecho por ella mucho más de lo realizado por la mayoría de los malpiqueños que en estos momentos ocupan este recinto. El motivo de tal honor es el ser hija, y cito el testimonio de aquellos que le conocieron, de un malpiqueño cabal, honrado, trabajador incansable por su pueblo y que dejó huella con su quehacer como profesional y como persona. Ayudó, en una forma u otra, a todo aquel que se lo pidió. Fue el promotor, allá por los años 50 y 60, del Club de futbol, de la Mutualidad y Coto Escolar, de la emisora de radio, de grupos de teatro, etc. Algunas de estas iniciativas aún perduran, otras, como la emisora de radio, se perdieron pero ya me han llegado rumores de que se intenta recuperar, lo cual no deja de ser una grata alegría. Me vais a perdonar, pero no he podido resistirme a que mi primera mención sea para mi padre, el maestro que para la generación de los que hoy tenéis entre 50 y 70 años os educó, enseñó y, no os quepa duda, siempre trató de haceros hombres de bien, malpiqueños amantes de su pueblo y de sus costumbres. Para esta generación no hace falta deciros que me refiero a D. Fulgencio; para los más jóvenes que sepáis que es el maestro del que toma el nombre el Colegio Público al que habéis asistido o estáis asistiendo “Colegio Público Fulgencio Sánchez-Cabezudo”. Se otorgó el nombre a este colegio como reconocimiento de su trabajo a lo largo de su vida profesional. Los cuatro hijos hemos seguido la trayectoria educativa; hemos tratado de seguir sus consejos y vivencias profesionales que junto a él vivimos; siempre las hemos tenidos presente y han sido nuestro motor profesional en todo momento. Voy centrar estas mis palabras, entorno a los años 60, y quiero iniciarlas haciendo una mención especial a la generación ya citada, pues sois los que le tenéis en vuestro recuerdo. Podría nombrar a muchos, algunos los veo por aquí, de esos traviesos muchachos que alegraban las aulas en esos años difíciles, como no puedo, pues seguro que dejaría algunos sin nombrar, os dedico estas estrofas para el recuerdo:
Ya viene D. Fulgencio vamos todos a formar que hay que cantar lo primero y después poder entrar. En unos viejos pupitres nos sentamos dos o tres no toquéis mucho el tintero la tinta se puede caer. El interés era grande y queríais aprender para el día de mañana ser unos hombres de bien. Con pocos años algunos teníais que trabajar y a la escuela muchos días tuvisteis que faltar Los gusanos tienen hambre, nos decía D. Fulgencio, iremos a buscar hojas ¡todos íbamos contentos!. Dedicamos muchas horas a esta bonita tarea viendo como los gusanos se envolvían en la seda. Ha pasado mucho tiempo y recordáis con los nietos que todo lo que aprendisteis os lo enseñó un gran maestro.
Después de estos primeros recuerdos me vais a permitir que haga uso del tópico “desde este marco incomparable”...... para hacer una referencia especial a esta plaza. Esta plaza, en la época a la que hacía antes mención no estaba así. Estaba toda en tierra y los empleados municipales y vecinos se las ingeniaban con sus riegos vespertinos para mantenerla regada, con agua que debía ser sacada a cubos de los pozos, y que la polvareda que se originaba con los bailes no fuera tan intensa. Hoy, como se puede apreciar, la plaza ha sido renovada y está espléndida. Gracias a quienes con sus decisiones y pareceres lo han conseguido.
Esta plaza ha sido testigo de pregones que han dejado el listón muy alto. De despedidas y entradas de años, de homenajes..... Y, para otros, de aglomeraciones y esperas para recibir algunas de las vacunas que en esa época eran obligatorias.
Para los más jóvenes os diré que en esos años, en Malpica, no se vivía como os toca vivir ahora a vosotros. Si habláis con vuestros abuelos os dirán como en aquellos años la familia era el centro de nuestras vidas. Todo se compartía, alegrías, penas,.... La gente se divertía y..¡claro que se divertía! pero no como ahora.
Cuando caía la tarde la carretera y el puente eran un hervidero de gente. Se aprovechaba la tarea de buscar el agua fresca de la fuente para tener un punto de encuentro con los amigos y convecinos y compartir, con ellos, un rato de tertulia.
En el comienzo del verano se esperaba con ansiedad que llegara el día de San Pedro pues eran, la víspera y esta fiesta con su baile en la plaza, la que marcaba el preludio de un largo mes de julio de preparación de vestidos, trajes y zapatos que terminaba con las fiestas en honor de Nª Sª de las Nieves a comienzos de agosto.
Ya teníamos grupos de teatro ( ya en esa época salía la vena teatral de Malpica y que hoy, para orgullo de los malpiqueños, sigue viva con un grupo de teatro con mucho éxito y trabajo por la región) y cines, dos, y cualquier fiesta era buena para organizar bailes en los salones.
Como podéis ver en nada se parece a como hoy en día lo hacéis vosotros. Pero la gente era feliz. Y es que...¡ se puede ser feliz con muy poco!
Los vecinos se respetaban. Las opiniones se podrían compartir o no pero se escuchaban. Siempre las opiniones de los mayores eran tenidas en cuenta.
Pero en esa época comenzaron también los años más difíciles. Empezó el éxodo, la gente se marchaba a la ciudad buscando un trabajo y un bienestar que aquí no encontraba. Fueron años difíciles. Aquellos que se marchaban lo hacían con tristeza y los que se quedaban añoraban la vida familiar y de vecindad que no volvería a ser la misma. Se fueron porque no tenían más alternativas, pero junto con la tristeza de la marcha viajaba la ESPERANZA de que un día regresarían para continuar disfrutando de este pueblo del que se sentían tan orgullosos. Y así ha sido, en estos últimos años hemos podido ver como muchos de los que se fueron han vuelto.
En la antigua casa de sus padres han sido capaces de edificar otra mucho mejor e incluso dos, de la que disfrutan ellos, sus hijos y, en algunos casos ya, sus nietos. Pero seguimos necesitando de la ESPERANZA para, entre todos, conseguir un MALPICA mucho mejor; un Malpica que recoja la armonía, el trato de vecindad y lo bueno de las costumbres de aquella época aprovechando la tecnología y los medios de esta. Hagamos todos el esfuerzo necesario por conseguir la prosperidad y el bienestar de todos los vecinos; que seamos capaces de colaborar con las personas que gobiernan las instituciones y con aquellas que dirigen nuestras asociaciones; que la colaboración, el compañerismo y la solidaridad, valores fundamentales de aquella época, sigan formando parte de nuestro orgullo de malpiqueños y se nos quiera por lo que somos. GENTE DE BIEN.
Amigas y amigos, muchos de nosotros tendremos, en estos días, las mismas vivencias sobre el traje nuevo o la preparación de la comida de las vísperas de antaño. Viviremos un tiempo donde la tarde renueva el regocijo infantil y la noche se hace saludo entre gente que se reencuentra y donde los abrazos y saludos discurren por esta plaza y alrededores entre refrescos, el humo de churros y frituras, ruidos de sirenas, altavoces y música.
La grandeza de estas fiestas es hacer posible vivencias distintas en cada calle o casa; provocar actitudes diferentes; dar lugar a múltiples sensaciones y tener diversos momentos que permitan disfrutarlas y vivirlas a todos según sus preferencias. Al final, lo más importante es haberlas vividos con sensación de plenitud.
Por eso os animo a todos a disfrutarlas, el primer año con esta plaza renovada, y deseo que sea un buen augurio para que sigan siendo, para los malpiqueños, las fiestas de verano en las que todos nos encontramos.