Jornada de senderismo acuático en el Tajo (29/07/2012)
A la altura del pórtico de la iglesia ya se percibía la música, así que, cuando salí del automóvil, lo primero que pregunté a Justi, Jaime y Lupe, que se encontraban allá arriba en los asientos de mirador, fue por la razón de tamaño despliegue musical, ¡qué vienen las cámaras!, me respondieron. Después de que ellos se bajarsen al Peñón, estuve oteando el percal y ese precioso tiempo de vacilación resultó esencial, pues cuando me dirigía de nuevo al coche, la llegada de mi amigo Gaspar, hizo que se esfumase cualquier posibilidad de éxito en mi discreta retirada, luego, no hubo más remedio que asistir a la representación.
En primer lugar se realizó una actuación de acuaerobic (con el Peñón de telón de fondo) coreografiada y dirigida por María Isabel y después se escenificaron las entrevistas, a Félix como organizador responsable del evento y al alcalde, Jesús, ambas con el Peñón y la coreografía acuática de fondo. Mientras transcurrían estas entrevistas y se organizaba el comienzo de la senda acuática, mi amigo y yo nos entretuvimos recorriendo la recién estrenada "senda de la barranca". A la vuelta, ya todo el grupo, más o menos desentendido de la cámara, estaba en sus posiciones de salida y dío comienzo la jornada, cuyo recorrido, al haber aumentado el caudal del Tajo por el aporte de aguas de las fuertes tormentas de la semana, fue corto, ya que la prudencia (y el organizador es asiduo practicante de tal virtud) y la masiva presencia de menores aconsejaban no aventurarse y no abandonar la plataforma que constituye los aledaños del Peñón. Constaba pues la jornada de senderismo acuático de tres etapas: la primera consistente en subir por el agua hasta la altura de los restos de la barca antigua (atentamente vigilados por el ojo electrónico de la cámara de televisión) y exponer allí algunos didácticos comentarios sobre su historia, la segunda, cruzar el cauce del río y almorzar en el otro lado a la protectora sombra de las acacias para después retomar el tema del vadeo del río por "la barca" a la vista de los restos de la otra orilla (ya cubiertos por nuestra desidia), restos que quienes, en tiempos, nos bañabamos a diario en el Tajo recordamos perfectamente pues cada día nuestra jornada de baño terminaba ahí, en "los palos", y una etapa tercera y final de vuelta al Peñón para rememorar la historia de los restos de esa antigüa aceña que en su decadencia ha llegado a ser una de las construcciones más populares y emblemáticas del pueblo.
Al salir, me encontré chapoteando en la orilla a otros niños que parecía disfrutar a sus anchas del contacto con el agua (lo que sin duda constituye una promesa de continuidad en el contacto, valoración y aprecio del medio natural como única garantía de futuro sostenible) y de los cuales muestro a los que captó el objetivo de mi cámara:
Mientras una última exhibición de baile acuático se escenificaba, Gaspar y yo abandonamos el paraje pero no el entorno natural pues nos fuimos a refrescar y lavarnos bajo los caños de la fuente; posterioremente nos enteramos de que la jornada de senderismo acuático había terminado con un refresco popular e interno, pero ese menester ya lo practicamos, después, mi amigo y yo en el mesón.