Las plantas medicinales

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Las plantas medicinales

Comencemos por el principio

¿Qué son los medicamentos? Los medicamentos ¿curan?

La respuesta a la primera pregunta no es sencilla ya que si, como solía decir mi madre, "se lo preguntamos al tío Internet", podemos encontrar múltiples (millones de) definiciones es decir la dificultad proviene del embrollo, confusión o barullo que provoca el exceso y la abundancia de definiciones similares no de la escasez o ausencia.

Yo voy a quedarme con dos. Primero, la definición que consta en el Diccionario de la Lengua Española de la R.A.E.:

Sustancia que, administrada interior o exteriormente a un organismo animal, sirve para prevenir, curar o aliviar la enfermedad y corregir o reparar las secuelas de esta.

Es decir que realizan alguna acción beneficiosa en los organismos vivos.

Y la segunda, más científica, que me propone una muy querida profesional del tema que me preocupa (y ocupa), recomendándome que, en lugar de medicamentos (ya que hay medicamentos que contienen varios fármacos o principos activos), los nominemos con el término, más preciso, de fármacos o principios activos:

Llamamos fármaco al principio activo (molécula o conjunto de ellas) que posee la capacidad de unirse a un receptor (generalmente una proteína) y provocar, en los organismos vivos, una respuesta fisiológica como consecuencia de esa interacción.

La respuesta a la segunda pregunta es más sencilla, pues depende, del tipo de fármaco o medicamento, la gran mayoría de ellos sí curan las enfermedades de los organismos vivos, actuando en (y corrigiendo) el desequilibrio bioquímico que origina la enfermedad.

Pero tal vez algunos ejemplos nos aclaren un poco el meollo de la cuestión.

Si se trata de un proceso infeccioso, todos tenemos claro que los antibióticos ejercen directamente una acción bactericida o bacteriostática que lo combate y lo elimina, el cuerpo sana, si el antibiótico es el adecuado y la cepa bacteriana no se ha hecho resistente.

Un caso menos evidente, la depresión, ¿los antidepresivos curan la depresión?. Simplificando bastante, la depresión es una depleción de neurotransmisores excitadores (noradrenalina o serotonina) pues si administramos un fármaco que tenga la capacidad de unirse e inhibir a las enzimas que degradan esos neurotransmisores ¡et voilà! tenemos más cantidad de neurotransmisores disponibles. ¡Y problema resuelto!

Los antihipertensivos disminuyen o reducen la tensión arterial mediante diversos mecanismos de acción pero en algunos casos no solucionan la causa, la insuficiencia cardíaca o circulatoria.

Pero los analgésicos, antipiréticos y anestésicos solo alivian o elimian el dolor pero no suelen curar la causa de este, en el mejor de los casos es el organismo, otro fármaco o la cirugía los que se encargan de atajar las causas y curar la enfermedad.

Y así podíamos citar ejemplos de otros tipos de fármacos, Ansiolíticos, Anticonceptivos, Antidiabéticos, Antihistamínicos, Antitusivos, Citostáticos o citotóxicos o quimioterápicos, ..., que con distintos mecanismos de acción provocan respuestas beneficiosas en el organismo.

¿Cuándo y cómo surgieron los medicamentos? ¿Cómo y de dónde se obtienen?

No es mi finalidad, pues resultaría largo y fatigoso, reproducir aquí la historia de los medicamentos y la farmacopea, puede consultarse en la red, en este artículo, por ejemplo, pero sí quiero exponer algunas ideas que puedan resultar esclarecedoras en el asunto sobre el que trato.

Desde la antigüedad casi todas las civilizaciones han utilizado métodos y procedimientos para preparar y utilizar sustancias (generalmente obtenidas a partir de plantas y, algunas, de animales y minerales) que consideraban beneficiosas para el organismo (fitoterapia) pero hasta el primer cuarto del siglo XIII no se tiene constancia del primer establecimiento en que se preparaban medicamentos (el convento de Santa María Novella en Florencia en Italia) "pero realmente el primer establecimiento framacéutico abierto al público se sitúa en Tallin (Estonia), que desde el momento que se crea el laboratorio, se decide poner a disposición del público los medicamentos elaborados, esto es en 1422, que ya llevaban dos siglos funcionando los frailes de Florencia, pero aún no habían abierto al público". El primer fármaco sintético, de que se tiene constancia documental, fue la acetofenidina, un analgésico (el segundo también fue un analgésico muy popular, el ácido acetilsalicílico, "la Aspirina" que por cierto se encontro en la corteza del sauce, de ahí el nombre) que la empresa farmacéutica alemana Bayer sintetizó y comercializó en 1885, el paracetamol moderno derivó posteriormente de aquel compuesto.

Muchos de los primeros fármacos sintéticos se identificaron en sustancias naturales derivadas, fundamentalmente, de las plantas, calificadas como medicinales, estudiando sus principios activos (farmacognosia, disciplina que forma parte de la farmacología y fue utilizada por vez primera por Seydler en 1815 en su publicación titulada Analecta Pharmacognostica), una vez idenficadas las moléculas activas beneficiosas (o inocuas per se, pero aptas para generar compuestos biológicamente activos cuando se modifica ligeramente su estructura molecular, como sucede con los heterósidos sapónicos al ser transformados a vitamina D, hormonas sexuales o corticosteroides) la fitoquímica, en los laboratorios farmacéuticos, se encarga de el aislamiento, análisis, purificación, elucidación de la estructura y caracterización de la actividad biológica de esas sustancias y, en su caso modificar su estructura para mejorar su comportamiento metabólico y/o intensificar o hacer más específica su interacción con el organismo. Diversos anestésicos locales como la procaína, la benzocaína y la lidocaína, se sintetizaron tomando como modelo estructural a la cocaína, un alcaloide natural contenido en las hojas de Erythroxylon coca.

En la actualidad la mayoría de los fármacos son sintéticos (algunos, como la progesterona, son semisintéticos1)) gracias al impulso conseguido por la química farmacológica y la Biotecnología lo que presupone y conlleva un largo y riguroso proceso de experimentación, estudio y control del fármaco.

Veamos un ejemplo práctico ilustrativo: Si sabemos que los receptores “X” en el cuerpo son los que modulan la producción de ácido en el estómago y que se bloquean por la sustancia fisiológica “Y”.

Molécula base para el tratamiento de la úlcera de estómago

Pues se crea una molécula nueva que se parezca estructuralmente a “Y”, de la que se conoce que produce un efecto fisiológico positivo, se van cambiando los radicales (R) de la estructura molecular y se estudian los efectos de cada mofiicación estructural hasta dar con una fórmula que equilibre los efectos fisiológicos positivos y los beneficios de su producción en cadena, así de forma artificial puedes bloquear la producción de ácido cuando no sea capaz de hacerlo tu cuerpo por si mismo, como en la úlcera de estómago.

 

Las plantas medicinales, ¿curan?

En la antiguedad, desde tiempos prehistóricos, los humanos dependían de las plantas para combatir las enfermedades y dolencias y también contribuían a la conservación del contenido nutricional de los alimentos, así como a alargar su vida útil ya que producen metabolitos secundarios (como estrategia de defensa de las plantas contra el estrés ambiental u otros factores, como infestaciones de insectos, heridas y enfermedades) y estos compuestos tienen una amplia gama de efectos farmacológicos medicinales, que incluyen actividad antibacteriana, antioxidante, anticancerígena y antiinflamatoria debido a sus estructuras químicas específicas (principios activos). Algunos autores aseguran que el uso de las plantas medicinales en la antigüedad se basó en la observación de sus efectos sobre los animales que las consumían, posiblemente en algunos fuese así, pero yo pienso que simplemente la necesidad de supervivencia impelía a aplicar el método empírico de ensayo-error; si se padecía alguna dolencia se usaba, con la sana intención de combatirla y remediar la enfermedad, lo que se tenía más a mano, y en abundancia, las plantas, y, si la dolencia desaparecía, la mayoría de las veces a causa de la asombrosa capacidad de recuperación de la naturaleza humana, a esa planta se le atribuían capacidades sanadoras o medicinales para esa enfermedad (cayendo en uno de los errores, más frecuentes, aún hoy en día, de lo que sería deseable, de asimilar correlación con causalidad); el entendido en esta materia (el chaman, hechicero, curandero, sacerdote, druida o brujo), que solía rodearse de determinada parafernalia de aspectos mágicos, místicos y religiosos (no se conocía aún otra manera de explicar fenómenos naturales extraordinarios para distinguir los real de lo imaginario), tendría bastante influencia y era bastante respetado en las sociedades primitivas.

Estos conocimientos experimentales se tranmitirían de generación en generación primero oralmente, después en recopilaciones escritas y en la actualidad por medios digitales (Ctrl + C y Ctrl + V) sin que casi nadie se molestase en pasarles por el tamiz del método científico (antes pues no se conocía y ahora que se conoce, por que no compensa) para "separar la paja del grano", la farmacognisia está comenzando a hacerlo de manera sistemática y con rigor científico, pero la desidia, la dificultad de acceder a bases de datos fiables (el beneficio económico de los laboratorios farmacéuticos, que invierten ingentes cantidades en I+D, suele primar sobre el social e informativo), cierto aura esotérico de prestigioso entendido (por parte de los modernos charlatanes embaucadores al modo de los antiguos chamanes) que aún rodea este tema y el pingüe negocio que supone, para algunos, la venta, sin control y aprovechándose de la desesperación de algunos enfermos, de plantas con supuestas propiedades medicinales de manera que incluso en la actualidad, hacen que persista la predilección de determinado público2), no especializado, por las formulaciones vegetales a pesar de que estudios sistemáticos han establecido de manera concluyente la mayor fiabilidad y eficacia de las principos activos aislados.

Un fármaco tiene una composición estable y los especialistas saben qué dósis es la más adecuada y el tiempo recomendado para el tratamiento médico de cada dolencia, pero la concentración y composición de los principios activos en las plantas medicinales (de aquellas que los contienen) varía de un año a otro, de una a otra época del año, de su étapa de desarrollo, depende de la parte de la estructura de la planta que se use, del sustrato en que se se desarrolla la planta, de la época y modo de recolección y almacenamiento, de la forma de preparación y de la cantidad administrada al cuerpo, ¡demasiadas variables a controlar para que el experimento produzca los resultados deseados!

Por esas razones, y otras de índole económica, existen graves problemas de estandarización de los principios activos en los preparados de plantas medicinales. Incluso cuando se intenta asegurar un contenido mínimo o máximo de determinada sustancia activa, no se sabe en qué proporción esa sustancia u otras contenidas en la planta son las responsables de los efectos 3). Asimismo, se han notificado, en los productos a base de plantas medicinales, problemas en el intervalo de tratamiento y la manera más adecuada o eficaz, de confusión entre unas plantas y otras, además de contaminación con pesticidas, metales pesados y medicamentos 4).

El argumento falaz, que suele esgrimirse en defensa de las plantas medicinales, que se respalda por su utilización desde la antigüedad no asegura su bondad, como tampoco lo hace con la prostitución, la guerra o el asesinato o otras muchas actividades humanas del pasado que no por muy antiguas son más deseables o benignas.

Muy extendida está tambien la creencia de que lo natural es inocuo (e incluso beneficioso) para el organismo y, en el peor de los casos, no tiene efectos secundarios, pero sabemos a ciencia cierta que las plantas medicinales pueden tener efectos secundarios indeseados o adversos5) (por una dosis inadecuada, excesiva o prolongada) o interaccionar con otros principios activos, bien provenientes de otras plantas ( o de la misma pues en la muchas de ellas suelen convivir diferentes, e incluso antagónicos, principios activos) o bien de los medicamentos que se tomen simultáneamente.

Entonces, ¿por qué seguimos publicitando, promocionando y recomendando la utilización de las plantas medicinales?. Pues, como decía el torero Rafael Gómez Ortega “El Gallo”, cuando se enteró de que el otro Ortega (José Ortega y Gasset) era filósofo y vivía de pensar, “Tié q’haber gente pa’tó”6). Se me ocurren varias razones, en las sociedades subdesarrolladas porque, por desgracia, no disponen de medios económicos, ni infraestructura, para acceder a los medicamentos, en algunos casos, como negocio rentable, para obtener beneficios de la comercialización de preparados de plantas (cuyos controles son mínimos o inactuantes) o de la venta publicaciones, en la mayoría por mero desconocimiento, desinformación y/o desidia o par tener algo con qué rellenar páginas sobre plantas, en otros por vanidad o egolatría, como una forma de adquirir "cierto prestigio o notoriedad" o simplemente "un destello de gloria" y en mi caso, el porqué está relacionado con mi interés por el conocimiento de lo tradicional (para su contraste con el imparable, y deseable, progreso moderno), sí como en esta página describo algunas tradiciones populares que conocí o de las que he tenido constancia, en las entradas de la flora silvestre malpiqueña, que comencé ya hace un tiempo y voy completando "a salto de mata", me hago eco (en gris atenuado para indicar su carácter anecdótico o pintoresco) de los usos medicinales de que tengo conocimiento, y, por qué no confesarlo, por si el día de mañana a algún farmaconóstico (hombre o mujer) le fuese útil para descubrir algún principio activo eficaz para el tratamiento del galopante cáncer de pulmón, que posiblemente consumirá a un fumador empedernido.


Algunas preguntas, recomendaciones y precauciones (para los posibles consumidores)



1) En algunos casos los procesos de síntesis son complejos y costosos, por lo que resulta más rentable obtenerlos a partir de vegetales, animales o algunos microorganismos. Un ejemplo de ello ocurre con diversas sustancias ampliamente utilizadas en la práctica médica, como es el caso de la morfina y la codeína que se siguen extrayendo del opio (Papaver somniferum); la quinina y quinidina de varias especies vegetales del género Cinchona; la reserpina y rescinamina de algunas plantas del género Rauwolfia y la L-DOPA que se obtiene de la haba (Vicia faba), mediante procesos más económicos que si se obtuvieran por procesos de síntesis en laboratorio. >>

2) La OMS reconoce que alredor del 80 % de la población mundial aún tiene que recurrir a la medicina tradicional, la mayoría por que su nivel económico no le permite acceder a la medicina moderna. >>

3) Como ejemplo, citar que después de estandarizar los preparados de hipérico en función de su contenido en hipericina y de haber realizado ensayos clínicos con dichos productos, ha resultado ser otra sustancia, la hiperforina, a la que se atribuye mayor potencia como inhibidora de la recaptación de serotonina, actividad farmacológica que parece ser la responsable del efecto antidepresivo del hipérico. >>

4) En el colmo del fariseismo se ha detectado que a algunos preparados, en determinados herbolario (no solo orientales), se les habían añadido concentraciones variables de fármacos específicos (analgésicos, antiperéticos, ansiolíticos y antibióticos baratos principalmente, como es práctica habitual en los piensos de los animales de engorde) posiblemente para "potenciar su efecto sanador". >>

5) Estos son algunos ejemplos: La kava es una hierba usada para la ansiedad, insomnio, síntomas de la menopausia y otros malestares. Algunos estudios muestran que puede funcionar para la ansiedad. Pero la kava también puede causar daño hepático grave. La FDA (Food and Drug Administration) ha emitido una advertencia contra su uso. La hierba de San Juan puede funcionar contra una depresión de leve a moderada. Sin embargo, puede interactuar con las píldoras anticonceptivas, antidepresivos y otros fármacos. También puede causar efectos secundarios como malestar estomacal y ansiedad. Yohimbe es una corteza usada para tratar la disfunción eréctil. La corteza puede causar presión arterial alta, aumento en la frecuencia cardíaca, ansiedad y otros efectos secundarios. Puede interactuar con ciertos medicamentos para la depresión. Tomarla en grandes dosis o durante mucho tiempo puede ser peligroso. En esta página se expone un listado de plantas tóxicas. >>

6) Aunque según esta entrada, la anécdota, según cuenta Pedro Salinas (en el ensayo LA GRAN CABEZA DEL TURCO O LA MINORÍA LITERARIA, publicado en la revista mejicana CUADERNOS AMERICANOS), no corresponde a esos protagonistas sino a otro torero Rafael Molina Sánchez “Lagartijo” y un reputado histólogo madrileño de visita en Córdoba. >>