Fiestas de Malpica de Tajo
Fiestas en honor de San Sebastián
1) Las fiestas de San Sebastián se celebran del 20 al 22 de Enero en Malpica de Tajo. Sus principales atractivos son los populares "morraches", la exhibición de fuegos artificiales de la víspera día 19 ("la pólvora" para los malpiqueños), los bailes en la plaza de La Constitución al calor de la gigantesca hoguera, cuya leña puede alimentar cualquiera, y los toros de pólvora que casi, y digo casi pues una de las tradiciones más antiguas es aguantar, al calor de la lumbre, las erráticas idas y venidas del toro y las impredecibles trayectorias del ingente manantial de carretillas que va soltando a su paso, desalojan la plaza con sus carretillas, "fulminantes", de fuego.
2) Vida y milagros de San Sebastián
Nació en Narbona (Francia) en el año 256, pero se educó en Milán. Fue soldado del ejército romano y el emperador Diocleciano, quien -desconociendo que era cristiano- llegó a nombrarlo jefe de la primera corte de la guardia pretoriana imperial. Cumplía con la disciplina militar, pero no participaba en los sacrificios idolátricos. Como buen cristiano, ejercitaba el apostolado entre sus compañeros, visitaba y alentaba a los cristianos encarcelados por causa de Cristo. Generoso y bizarro en su conducta, afable y cortés en las palabras y en el trato, tan abnegado respecto de sí mismo como solícito cuando se trataba de sus semejantes, reuniendo en su persona la nobleza hermanada con la sencillez, y la prudencia con la grandeza de alma, se había atraído la simpatía de cuantos le trataban, de cualquiera condición que fuesen. Nadie podía dudar de su lealtad al emperador, pero todo el mundo sabía que era cristiano. Sebastián no lo disimulaba. Entraba en los subterráneos de las Catacumbas, favorecía a sus correligionarios en la corte, huía, cuando le era posible, del coliseo y del anfiteatro, y en sus gestos, en sus palabras, en su vida, tenía una dignidad y una nobleza que no parecían propias de un soldado a quien sonreían una juventud lozana y un porvenir brillante. En el entusiasmo de su ideal religioso, aprovechaba todas las ocasiones que se le ofrecían para propagar la fe entre sus compañeros de armas. Era un apóstol, un propagandista, cuya palabra ardiente sostenía a los que vacilaban, llevaba la luz a los que caminaban en la duda, llenaba de valor a los que se preparaban para luchar. No había dejado de ver la tormenta que se avecinaba; pero, lejos de infundirle temor, aquello le enardecía más aún, y poco a poco sentía que la gracia del martirio iba madurando en su pecho. Esta situación no podía durar mucho, y fue denunciado al emperador Maximiano, quien le obligó a escoger entre ser su soldado o seguir a Jesucristo. Sebastián fue apresado en el momento en que enterraba a otros mártires, conocidos como los “Cuatro Coronados”. Fue llevado ante Diocleciano que le dijo: “Yo te he tenido siempre entre los mejores de mi palacio y tú has obrado en la sombra contra mí, injuriando a los dioses”. El santo escogió la milicia de Cristo; desairado el emperador, le amenazó de muerte, pero Sebastián, convertido en soldado de Cristo por la confirmación, se mantuvo firme en su fe. Enfurecido Maximiano, le condenó a morir asaeteado, la pena ordenada por el Emperador era que Sebastián fuera atado y cubierto de flechas en zonas no vitales del cuerpo humano, de forma que no muriera directamente por los flechazos, sino que falleciera al cabo de un tiempo, desangrado, entre grandes y largos dolores, los soldados del emperador lo llevaron al estadio, lo desnudaron, lo ataron a un poste y lanzaron sobre él una lluvia de saetas, dándolo por muerto. Sin embargo, sus amigos, que estaban al acecho, se acercaron, y al verlo todavía con vida, lo llevaron a casa de una noble cristiana romana llamada Irene, que lo mantuvo escondido en su casa y le curó las heridas hasta que quedó restablecido. Sus amigos le aconsejaron que se ausentara de Roma, pero el santo se negó rotundamente. Se presentó con valentía ante el emperador, desconcertado porque lo daba por muerto, y el santo le reprochó con energía su conducta por perseguir a los cristianos. Maximiano mandó que lo azotaran hasta morir, y los soldados cumplieron esta vez sin errores la misión y tiraron su cuerpo en un lodazal. Los cristianos lo recogieron y lo enterraron en la Vía Apia, en la célebre catacumba que lleva el nombre de San Sebastián. Murió en el año 288.
3) Elementos
Los Morraches
Wikipedia: La botarga, morrache, guirrio, sidro o zamarrón es un personaje de origen pagano, procedente de la mitología celta prerromana, que fue incorporado a las festividades católicas como representación del jolgorio y de la lujuria. Son tradicionales en distintos lugares del centro y del norte de España, principalmente de Castilla, Galicia, Asturias, País Vasco y Navarra, aunque como festividad cristiana fue trasladada a otras regiones de España y de Hispanoamérica. Sus atributos varían según las zonas, pero suelen consistir en una máscara, traje de colores vivos, rabo y genitales bovinos. En ocasiones llevan cuernos, y en la mano portan siempre un instrumento de azote, sea látigo, cachiporra o, en ocasiones, castañuelas. Suele acompañarse de un bastón en la otra, con el que marcan el ritmo cuando se presentan conjuntamente con danzantes.
Según determinada reinterpretación fruto del sincretismo cristiano y pagano representaría a los soldados del emperador, compañeros de Sebastián quienes, impelidos por Maximiano a ejecutarle, se taparon la cara con máscaras para no ser reconocidos, cuando le asaetaron. El mono-traje, rematado con capucha y coleta, se viste de los colores rojo, verde y amarillo combinados, alternativa y aleatoriamente, por parejas y adornado con corazones del color restante, se complementa con zumbas, cencerros, gandarros o esquilillas, que, fijadas en la parte trasera de la cintura mediante cintos, cinchas o cuerdas, hay que hacer sonar de una determinada manera y con una cadencia definida moviendo el culo verticalmente y una porra o cachiporra, con la que se amenaza, simbólicamente, a la imagen del santo. El rostro se oculta con caretas, generalmente de motivos o personajes terroríficos. Como en otros muchos lugares de la geografía española (y de sudamérica, en donde, posiblemente, los españoles importamos la tradicción), son los morraches los que aportan el colorido, la originalidad y el tipismo a la fiesta. Antiguamente recorrían las casas del pueblo, sobre todo los bares y tiendas, para pedir y recoger artículos que, posteriormente, donaban para ser subastados en las "pujas" del santo, cuyo dinero iba destinado a sufragar los gastos de la fiesta y, muy ufanos, se paseaban colgados del brazo de las mujeres, mozas en mayor proporción como es lógico, hasta el pórtico de entrada a la iglesia, realizando la doble función de guía y protector frente al acoso del resto de sus compañeros. La hermandad de San Sebastián proporciona los trajes y demás aditamentos para que se vistan los quintos (y otras personas que no son quintos si sobran trajes) pero la mayoría de los morraches son vecinos del pueblo, de cualquier edad y sexo (cuando yo era joven todos los morraches eran hombres, pero actualmente se visten de cada vez más, eso sí todavía minoritariamente, mujeres) que disponga de la indumentaria y los complementos.
— Lo más probable es que los morraches procedan de una festividad pagana primitiva (de origen celta ) que emparenta con las populares botargas alcarreñas de Guadalajara (las de Mazuecos - botarga de la Virgen de la Paz -, Montarrón - botarga de San Sebastián-, Robledillo de Mohernando, Alarilla, Fuencemillán - botarga de San Pablo-, Humanes de Mohernando, Málaga del Fresno, Valdenuño, Arbacón y Retiendas entre otros) y otros lugares castellano manchegos . Para corroborar el parentesco sólo hay que constatar la similitud de la indumentaria o traje y o acudir al Diccionario de la Real Academia en su acepción sobre la botarga, que sería "vestido ridículo de varios colores que se usa en algunas representaciones teatrales y carnavales " y el nombre de la persona (de aspecto abotargado por la ropa de debajo) que porta el traje.
El investigador de costumbres, José Ramón López de los Mozos, piensa que parece evidente que las raíces de la fiesta de la botarga se hunden en una “teoría vegetal”. Así, la leyenda de la botarga se originó con la creencia de que existían ciertos genios del bosque que, con su magia, influían en el crecimiento de las cosechas. Con sus danzas, animaban el crecimiento de los cereales, permitiendo a los habitantes de los pueblos contar con más alimentos y ser más felices. Ya antes de que las legiones romanas hicieran suyo el Occidente europeo, las tribus celtas realizaban rituales en los meses más crudos del invierno invocando al dios Imbolc para ahuyentar los “malos” espíritus del frío y permitir la llegada de la primavera, etapa de florecimiento y fecundidad de la naturaleza. “Serían una especie de genios del bosque, unos diosecillos de segunda categoría por así decirlo, que con sus saltos y los toques, por magia simpática, harían crecer las cosechas y por tanto el pueblo tendría cosechas más ricas y podría comer, siendo más felices”, apunta López de los Mozos.
— La sinergia de esta festividad pagana con la instauración de la fiesta cristiana en honor a San Sebastián intenta, de algún modo, cristianizar al personaje y nace la interpretación según la cual los morraches representarían a los compañeros de Sebastián quienes, impelidos por Maximiano a ejecutarle, se taparon la cara con máscaras para no ser reconocidos, cuando le asaetaron. Para mí esta explicación es fruto del sincretismo a que tan proclive es la tradición cristiana para absorver, adaptar y sustituir las festividades populares paganas por las religiosa, a partir del siglo IV en que el cristianismo se convirtió en la religión oficial del imperio romano y que, problablemente, en nuestro pueblo ocurriría al tiempo (o posteriormente a) de la constitución del señorío en la Edad Media. "El cristianismo al asimilar e incorporar dentro de sus ceremoniales estas manifestaciones, lo hizo desde sus presupuestos morales y convirtió a los miles de espíritus agrarios, pecuarios o invernales, en una caterva de demonios danzantes en medio de sus procesiones o actos religiosos, descontextualizando todos sus elementos y convirtiéndoles en pobres fantoches detrás o delante de un santo, sometidos al poder divino".
Si suponemos, pues, que los morraches son personajes procedentes de una festividad celta pagana que fueron asimilados posteriormente por la festividad religiosa solucionaría los anacronismos y despejarían algunos interrogantes:
— Las caretas, porra y atributos "bestiales" de los morraches (como de la botarga) servirían para completar el ritual y hacer cumplir uno de los principales objetivos de la figura, que es la de espantar y despejar las tinieblas y la oscuridad del invierno así como a malos espíritus, epidemias y catástrofes que pudieran amenazar al pueblo o a la comunidad, alejándolos definitivamente de los sitios que se pretenden purificar con tales manifestaciones.
— En cuanto al traje haría referencia a las fuerzas de la naturaleza con sus colores más característicos que son el amarillo, verde y rojo, para invocarlas de algún modo y así propiciar y favorecer que el nuevo año traiga abundantes cosechas. No olvidemos que el color amarillo hace referencia al sol como fuente principal de energía que se hará cada vez más patente con el inicio del nuevo año que comenzará en primavera y que estrenará un nuevo ciclo vital del hombre para despertar la fecundidad de la naturaleza. El color verde aludiría a la naturaleza ya despierta por el calor del sol en el verde de sus campos y el color rojo a las cosechas y frutos que la naturaleza ha de terminar dando a partir del solsticio de verano.
He encontrado una segunda teoría (en mi opinión no excluyente ni en contradicción con la anterior pues es una adaptación cristiana posterior), relacionada con su forma de vestir, que expone que los morraches (la botarga) eran personajes arlequinados pedigüeños que, en la época medieval, viajaban por los pueblos. Para conseguir que los campesinos les diesen dinero, realizaban actuaciones en las que llevaban a cabo piruetas divertidas, terminando siempre caídos por los suelos, para arrancar las risas – y las monedas – del público.
Los toros de pólvora
Otra tradición muy enraizada en las fiestas de San Sebastián, practicada sobre todo por los vecinos pero, cada vez más frecuentemente, también por forasteros que acuden a las fiestas con la sana intención de divertirse, es tratar de esquivar, saltando y corriendo, las carretillas con que, a su paso, los toros de pólvora siembran el suelo y saturan la atmósfera. El momento álgido es cuando el toro de pólvora sale del Ayuntamiento anunciado por el tradicional toque del clarín a despeje, y nunca mejor dicho pues, en oyendo el toque, la plaza queda casi desierta, desapareciendo, en un instante, la gente por las bocacalles aledañas intentando poner una distancia prudencial, en muchas ocasiones, a todas luces, insuficiente, entre ellos y las erráticas trayectorias de las carretillas, como solución de compromiso ante la tentación de ver qué sucede en la plaza y el temor a que alguna de las carretillas les alcance y queme. He dicho, a propósito, que la plaza queda casi desierta, pues siempre, un conjunto, más o menos numeroso pero casi siempre de la misma composición o identidad, de valientes (en su mayoría jóvenes) intentan, pues no todos lo conseguimos, aguantar estoicamente, (bueno, esto es sólo una licencia poética, lo cierto es que, salvo en algún caso impenitente, la mayoría intenta esquivar, a veces inutilmente, la enmarañada, aleatoria e irregular trayectoria que "los fulminates" describen a su alrededor, rodeando la lumbre en sentido contrario al que se aproxima el toro de pólvora, mientras se saltan las carretillas que llegan a nuestros pies) el continuo bullir de las carretillas que pululan en derredor de los bizarros jóvenes, trazando una tupida red de fuegos artificiales mientras la adrenalina circula a raudales por el torrente sanguíneo aumentando la concentración de glucosa en los músculos, elevando la tensión arterial y el ritmo cardíaco, dilatando las pupilas y estimulando el cerebro, generando la sensación de bienestar que nos corvierte, casi de por vida, en adictos a los toros de pólvora. A toro pasado aún queda comentar, con todo aquel que quiere escucharnos, de manera atropellada, los mejores y más arriesgados lances de la faena.
La lumbre
Todos sabemos el carácter atávico de la fascinación del hombre por el fuego, tal vez motivado tanto por sus características beneficiosas como fuente de energía (para cocinar los alimentos y despejar la maleza) y calor así como por su potencial destructor y, por ende, purificador ¿Qué fiesta de nuestra geografía no exhibe alguna actividad relacionada con el fuego, ya sea fuego natural o fuegos artificiales? En Malpica de Tajo se enciende, desde siempre o desde que yo recuerdo al menos, a partir de la noche de la víspera, día 19, después de los fuegos artificiales, y durante cada una de las noches siguientes hasta el colofón de la fiesta, una gran hoguera (no para quemar vanidades, que falta hace y bien vendría, sino para aportar luz, antaño cuando la luz eléctrica no era patrimonio universal, y calor en las gélidas noches invernales) en uno de los lados de la plaza de La Constitución, con peanas o troncas de encina, alimentada con grandes haces de taramas de coscoja o carrasca y delimitada del resto de la plaza por un círculo trazado, con adoquines de las aceras, sobre el suelo. Al calor de su fuego se acercan y desfilan, niños, matrimonios, parejas de novios y jóvenes que aspiran a serlo, formado alrededor de su perímetro, principalmente en los tres cuadrantes que no se corresponden con el sentido en que sopla el viento (tal vez para que "el humo no ciegue sus ojos" o para evitar que el olor a humo enmascare el del perfume) una bulliciosa y abigarrada multitud, organizada, inconscientemente, en distintas filas o capas de proximidad al fuego, que pugna por un sitio en el que absorber algún requicio del calor desprendido por el fuego mientras escuchan las melodías que interpreta, sobre el escenario levantado en el rincón derecho de la fachada del Ayuntamiento, la orquesta, charlan de sus asuntos (o ajenos), miran, con mayor o menor disimulo, a la persona que les gusta, ríen o cortejan. Cuando un lado ya está lo suficientemente caldeado giran media vuelta ,como las chuletas, para calentar el otro lado o pasan a una fila más externa, intercambiándose con otras personas de las filas posteriores, de manera que el intercambio de posiciones del cuerpo y el flujo de las filas delanteras hacia las traseras y viceversa se efectúa a intervalos pero continuamente. Otra de las actividades que divierte a algunos, por supuesto no a quienes quema, consiste en lanzar al fuego, subrepticiamente, una, o varias, bombas de pólvora que estallan inadvertidamente haciendo saltar las ascuas de la lumbre y asustando, en el mejor de los casos, a la concurrencia, que se retira en oleada; la polémica que genera este comportamiento se terminaría si los que sueltan las bombas no fuesen los primeros en abandonar la zona de peligro para ponerse a salvo de ser quemados por las ascuas. Cuando la música termina en la plaza, aún se quedan algunas personas, jóvenes sobre todo y algún que otro "alumbrado", rodeando la lumbre, que dicen que "es cuando mejor se está", lo que sí es cierto es que el ambiente es distinto y más íntimo: se asa chorizo, panceta, chuletas, etc., se cuentas chascarrillos, anécdotas y hazañas, más o menos ficticias, y se sigue bebiendo. Antiguamente, de madrugada, se acercaban algunas personas para cargar sus braseros de picón con las abundantes brasas que ha generado la hoguera y, a veces, aprovechan para participar del improvisado ágape y en el ambiente festivo reinante.
La pólvora
En la noche del día 19, víspera de la fiesta de San Sebastián, se ofrece una exhibición de fuegos artificiales, "la pólvora" para los malpiqueños, cuyos castillos inundan de vivos resplandores la insonsable oscuridad de la noche y atruenan el aire rompiendo el relativo (ya que la música de las atracciones de la feria está en pleno apogeo) silencio del pueblo haciendo ladrar a los perros; sonidos y luces que pueden percibierse, más o menos nítidamente, desde los pueblos de los alrededores y que es la señal y anuncio inequívoco de que la fiesta ha comenzado. El arbol más esperado, por lo vistoso e impactante, es el de San Sebastián que suele cerrar con su atronadora traca final la exhibición de los fuegos artificiales.
4) Cronología (que no programa).
Ya en la tarde-noche del día de Reyes empiezan las actividades relacionadas con la fiesta. Los morraches, a cara descubierta (sin careta) se acercan, en bandada y haciendo sonar los cencerros, a la ermita de San Sebastián, situada junto al cementerio, a la salida del pueblo, a "poner velas al Santo"; esta peregrinación se repetirá cada tarde de los días posteriores hasta la víspera, día 19, en que, a primera hora de la tarde, se hace la "bajada del Santo" desde la ermita a la iglesia del pueblo. La bajada del Santo es uno de los actos fundamentales de la fiesta a la que acuden la mayoría de los vecinos (bien luciendo sus mejores galas o bien ataviados con el traje de morrache) quienes, en procesión, después de subastar bandas y andas, bajan desde la ermita, junto al cementerio, a la iglesia con la imagen siempre rodeada de amenazantes, coloridos y ruidosos morraches. Esta procesión, pero ya por las calles del pueblo, se repetirá cada día de los tres siguientes después de la misa de las doce horas, ahora el perfil de las personas que se visten de morrache, a excepción de los quintos de ese año, es otro pues, para quien se acostado a las cinco o seis de la madrugada, las once y media en que tocan a a misa y ha de estar ya vestido llegan enseguida y no siempre es fácil levantarse. Antes de retornar la imagen del Santo a la iglesia en las procesiones se celebran, normalmente en la plaza del ayuntamiento o en la de la iglesia, unas subastas, "las pujas", de artículos que los vecinos ofrecen generosamente, con cuyo dinero la Hermandad de San Sebastián hace frente a gastos de la fiesta. Entre los artículos que se subastan son ya clásicos las merienda mas o menos surtidas de pan, embutidos y vino, los lotes a base de caza, conejos, liebres, perdices y zorzales y los muñecos vestidos de morrache, pero no suelen faltar comida y bebida de todas clases, cuadros, muebles, joyas, dulces, etc.
El último día de la fiesta, el 22, por la tarde se sube de nuevo a San Sebastián en camino inverso desde la iglesia a la ermita en donde se permanece en ininterrumpida subasta durante toda la tarde y parte de la noche. En este último día cuando es tradicional que los morraches se quiten las caretas para darse a conocer por todos y sobre todo por esa persona, tan especial, con la que ha sido tan solícito a lo largo de las fiestas y aprovechar para oficializar, apareciendo juntos, o separados, en público, los nuevos emparejamentos, o desparejamientos, acaecidos durante las fiestas. Al caer de la noche se suele repartir café o chocolate con churros o algún caldo para que, a su calor, el ritmo (y los montantes) de la subasta no decaigan. Fianalizadas las pujas se coloca al Santo en su hornacina del interior de la ermita en donde permacerá hasta el día 19 de enero del año siguiente en que se volveran a conmemorar las fiestas en su honor.
5) Otros actos
Además de los religiosos, no faltan, en las fiestas, las verbenas, actuaciones de grupos musicales, que amenizan los bailes en la plaza, el desfile de la comparsa de gigantes y cabezudos, acompañada por la banda de música local, por las calles del pueblo, distintos concursos, juegos, atracciones infantiles, exhibiciones, espectáculos y torneos, las dianas floreadas para ayudar en el despertar a los vecinos, distintas comidas y degustaciones y la discoteca de cada día desde altas horas de la noche hasta las primeras luces de la madrugada.
Fiestas en honor de Ntra. Sra. de las Nieves
Las fiestas de las Nieves de celebran, oficialmente, en los días 5, 6 y 7 de Agosto, aunque oficiosamente suelen prolongarse durante toda la semana en caigan esas fechas y sus principales atractivos son, ... , son, ..., pues, además de los actos religiosos, las correspondientes misas y procesiones, no faltan, en las fiestas, las verbenas, actuaciones de grupos musicales, que amenizan los bailes en la plaza, el desfile de la comparsa de gigantes y cabezudos, acompañada por la banda de música local, por las calles del pueblo, distintos concursos, juegos, atracciones infantiles, exhibiciones, espectáculos y torneos, las dianas floreadas para ayudar en el despertar a los vecinos, distintas comidas y degustaciones y la discoteca de última hora y cada día.
Orígen ( según la Wikipedia)
Nuestra Señora de las Nieves es una antigua advocación mariana que se remonta al siglo IV y que está muy extendida en Italia, España, Latinoamérica y Portugal. El origen se atribuye a la época del papado de Liberio (352 - 366) en el que se relata que un anciano y acaudalado matrimonio de la nobleza patricia de Roma que no había tenido hijos y a los que se atribuía gran caridad hacia los demás, solicitaron de la Virgen María que les señalase qué debían hacer con sus bienes para garantizar el mejor uso cristiano de la herencia. La tradición católica cuenta que la Virgen se manifestó ante ellos y les indicó que, allá donde señalara, se le construyese un templo. Así, en la mañana de un 5 de agosto, amaneció nevado el monte Esquilino de Roma, lo que, como hecho extraordinario, el matrimonio interpretó voluntad de la Virgen y así lo hizo saber al Papa. Otras versiones afirman que la Virgen se apareció en sueños a los esposos y al Papa y les anunció la nieve de agosto.
Existen otras leyendas sobre esta virgen que pueden consultarse en el hipervinculado artículo de la citada enciclopedia.
Galería de pregoneros y pregones de las fiestas de Nta. Sra. de las Nieves de Malpica de Tajo |
El acerbo cultural de un pueblo es el conjunto de manifestaciones culturales que comparten las personas que en él habitan, sus costumbres, hábitos y tradiciones que, transmitiéndose de generación en generación, configuran su identidad. Los pregoneros de las fiestas son, intrínsicamente, unos observadores y propagadores excepcionales de una parte de ese patrimonio cultural. Si exceptuamos los párrafos protocolarios y las frases hechas, el contenido de los pregones constituye un elenco de sabias y mesuradas dosis de memoria popular inyectadas directamente en el torrente cultural colectivo. Cada pregonero rescata y destaca, de manera idealizada, como hace siempre la memoria, personajes, hechos y situaciones que pertenecen a su esfera vital y ámbito de experiencia, conformando así, junto con sus vivencias, anhelos y esperanzas, un intrincado y variopinto mosaico costumbrista que enriquece nuestra herencia cultural. La galería de pregoneros, en cuanto iconos del pueblo, constituye, en sí misma, un reflejo del sistema de valores imperante, al menos a nivel oficial o de determinados grupos sociales, en nuestro pueblo, es una proyección de la imagen con que nos vemos y deseamos que se nos contemple. |
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He solicitado la colaboración de casi todos (menos al de 1992) los pregoneros y pregoneras que viven en la actualidad, y algunos familares de los que, por desgracia, ya no están entre nosotros, y, parafraseando, a un amigo "esto es lo que hay", ¡por ahora!. ¡Gracias a todos por su inestimable colaboración!, sin la cual no hubiese sido posible elaborar esta página semiolvidada de nuestro patrimonio cultural. |
En esta otra página puede verse otra galería de pregoneros, en forma de libro, y un listado que conecta con sus correspondientes pregones. |
A finales de enero Paco Corral me envió un correo que contenía un artículo sobre las fiestas del Santo que no pudo publicarse en el programa de festejos del 2015, he aquí el artículo:
La fiesta del Santo, suma de tradiciones
En nuestra fiesta de San Sebastián confluyen y se funden antiquísimas tradiciones que se han mantenido vivas a través de los siglos. Y es ésta una de las razones que explican su enorme atractivo y su fuerte arraigo popular. Ningún malpiqueño quiere perderse esos días; y si se encuentra lejos del pueblo, hace todo lo posible por venir.
La fiesta malpiqueña del Santo es una de las pocas de toda España en las que han sobrevivido ancestrales ritos festivos de las más antiguas fiestas de Carnaval. Los casos en que tradiciones tan milenarias se han mantenido son muy escasos; entre esos raros ejemplos, cabe destacar “los perros” en Santa Ana de Pusa (curiosamente también el 20 de enero y en un pueblo que también perteneció al Señorío de Valdepusa, como Malpica) y las fiestas del “entroido” (carnaval) en algunos pueblos del interior de Galicia.
Fiesta de Carnaval (Entroido) en el Concello de Chantada, Lugo. |
Morrache |
En ese antiguo Carnaval se representaban mitos de origen celta relacionados con la fertilidad de la tierra, las fuerzas de la naturaleza, la vida animal y el ciclo de las estaciones del año. Solía realizarse cuando el frío del invierno comenzaba a declinar, y la vida vegetal y animal empezaba a renacer tras el letargo invernal. Siglos después, cuando el cristianismo se extendió por toda Europa, esa celebración de la vida se asimiló al inicio de la Cuaresma como fiesta de despedida de la carne y los excesos antes de comenzar el ayuno; eran las llamadas “Carnestolendas” (dejar la carne), como expresaba la tradicional letrilla: “hoy comamos y bebamos y cantemos y folguemos, que mañana ayunaremos”.
En la fiesta del Carnaval se cambiaban las reglas por unos días. La gente se divertía olvidando las normas de la educación, de la moral y de las buenas costumbres. Rompían con las inhibiciones que la sociedad impone y se entregaban alegremente a disfrutar unos días de juerga expansiva en la libertad lúdica de los impulsos naturales. Un elemento central eran los disfraces. Al disfrazarse, las personas rompen con su rol habitual y entran en el ambiente lúdico del juego y de la diversión. Las máscaras (enmascarado = des-carado) facilitaban más aún el abandono de la seriedad diaria para fundirse en la alegría de la fiesta.
Los disfraces solían estar relacionados con el mundo animal, ya fuera mediante las máscaras de animales, o vistiéndose con pieles crudas, o colgándose cencerros, que a la vez eran la fuente de “música” y de estruendo, elemento fundamental en la fiesta. Era también habitual el uso de algún bastón, cachiporra o garrote, para bromear amenazando a la gente.
Morraches |
Fue en el medioevo cuando el Carnaval tuvo mayor arraigo y presencia popular (o al menos, cuando está más documentado 1 ) pero su origen se remonta a tradiciones milenarias muy anteriores, relacionadas con el culto a las fuerzas de la naturaleza y de la madre tierra: los ritmos del sol que marcan las estaciones y las cosechas, los ciclos de la fertilidad y la reproducción de los animales, las energías naturales….
Que los morraches es una tradición de Carnaval resulta evidente en las ropas, en los cencerros, en las máscaras y en su función como personajes grotescos e irreverentes que se permiten romper las normas del respeto y “molestar” a todo el mundo, lo que debe ser aceptado por todos como parte del código de la fiesta.
En el Carnaval se rompía con las normas. Y cuando ya convivía con la religión, se realizaban las llamadas “misas bufas” donde se hacían remedos de ceremonias religiosas en broma, como también lo era el “entierro de la sardina”, otra costumbre propia del Carnaval que tradicionalmente se celebraba en Malpica.
El Carnaval ponía el mundo del revés durante unos días. Y los morraches levantando las cachiporras al Santo, tienen todo el sentido de un típico “homenaje carnavalesco” donde la mayor muestra de respeto podía expresarse con gestos amenazantes o burlescos.
Precisamente lo que ha permitido que estos rasgos de una fiesta ancestral hayan sobrevivido al paso de los siglos, es el hecho afortunado de que se asimilaran a la festividad religiosa. El Carnaval fue desapareciendo con el paso del tiempo; e incluso llegó a ser prohibido en muchos lugares porque se lo empezó a considerar peligroso por el uso de las máscaras que en alguna ocasión se aprovecharon para cometer delitos. En Malpica, han podido sobrevivir algunos restos de aquella antiquísima fiesta de Carnaval gracias a haberse incrustado en la fiesta de San Sebastián; y se han salvado de la desaparición arropados bajo la devoción popular al Santo.La proximidad de las fechas facilitó esa asimilación o sincretismo; este año, por ejemplo, la fiesta del Entroido comenzará el 7 de febrero, apenas dos semanas después del Santo.
Hay, además, otro detalle que también nos habla de épocas muy antiguas y de otros elementos culturales que han sobrevivido. Y es el propio nombre de morrache, palabra que no se usa en ningún otro lugar fuera de Malpica y de su fiesta del Santo. Es evidente que se trata de una trascripción directa de la palabra árabe moharrach que además tenía exactamente el mismo significado de: “bufón”, personaje disfrazado y vestido de mojiganga que divierte haciendo bromas y burlas. En el castellano actual, solo se conserva una derivación de moharrach en el término “mamarracho”.
Esta zona del valle del Tajo estuvo densamente poblada durante los siglos de presencia árabe, como testimonian los rasgos mozárabes en las torres de las iglesias de Erustes y de Carpio, e incluso los elementos mudéjares del propio castillo de Malpica. De manera que esta palabra morrache muestra a todas luces la supervivencia de usos lingüísticos anteriores al año 1.100, que es cuando la lengua árabe comenzó a dejar de utilizarse en el valle del Tajo.
En nuestra fiesta del Santo, la tradición cristiana (con la devoción a San Sebastián como elemento central) se funde con restos casi arqueológicos de antiquísimos ritos paganos de Carnaval, e incluso con huellas de la antigua presencia árabe. Y esto hace que sea una fiesta prácticamente única en España, por la profundidad y el arraigo de las raíces tradicionales que cada 20 de enero se vuelven a manifestar para volver a congregar al pueblo.
Francisco Corral Sánchez-Cabezudo
1 Sobre el carnaval medieval, un libro clásico es “La cultura popular en la Edad Media y el Renacimiento”, de Mijaíl Batjín, Alianza, Madrid, 1987.